17.

Las imágenes que representan a una persona con un agujero en el pecho me personificaban a la perfección, pues después de todas esas batallas pérdidas contra el amor, ahí no quedó absolutamente nada. Y más al fondo, ahí donde residía lo mejor de mí, no quedó nada salvo ruinas, a las cuales me acostumbré y acabaron resultando más que cómodas. No tenía ninguna intención de reconstruirme, mi propósito era que todo aquello quedará como zona inhabitable en una eterna tormenta para ver si la lluvia se llevaba los restos de que ahí, alguna vez, hubo guerras por amor.  Pero las nubes de mi interior se abrieron y aparecieron rayos de luz que iluminaron todo de mí. Apareciste tú, inundando todo de calma y ofreciéndome la oportunidad de volver a reconstruir aquella desolación. ¿Y ahora qué? Maldita sea, me estoy enamorando, y es aterrador. Anulas todas mis barreras, si es que alguna vez estuvieron ante ti, haces que quiera sacar lo mejor de mí para hacerte feliz, porque joder, no hay nada que me reconstruya más que hacerte sonreír. Y ya es tarde para huir, demasiado. No soy capaz de imaginar un futuro sin ti, chica perdida. 

He tardado 22 años en encontrarte y ni en broma pienso perderte, tú decides cómo quieres que lo hagamos, pero la opción de que cada una siga por su camino es inviable. No te pido un para siempre, pero hagamos que por lo menos merezca la pena. Así que, esto es oficial, en tus manos dejo la cajita que conserva el polvo que es mi corazón, en ti esta la opción de que resurja y vuelva a latir con fuerza o de que termine por desaparecer. 

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