Que nadie sepa.

Ojalá pudiera explicar esto, estas ganas de llorar de rabia, esta presión en las sienes que amenazan con hundirme el cráneo.

Ojalá poder explicar este sentimiento de culpabilidad tan estúpido cuando sé que no puedo hacer nada para que ella cambie, y aún así no puedo evitar culparme y acusarme diciéndome que podría haber hecho más.

Ojalá que durante un instante alguien se colara en mí piel para poder sentir por unos segundos el dolor que corre por mis venas como si fuera veneno, pero solo durante un instante, no le deseo a nadie esto.

Ojalá que nadie sepa lo que es odiarse a uno mismo por el mero hecho de no poder perdonarse.

Ojala nadie sepa lo que es estar en mi guerra interior, de ser quién soy o solo quién debo aparentar ser. Y es que de tanto usar la máscara ya no distingo ni mi propio rostro.

Ojalá poder explicar (o explicarme) por qué casi al final del camino me estoy rindiendo cuando he soportado pesos peores. 

No sé, solo quiero que el mundo pare y descansar para poder recuperar el aliento, y que luego siga y poder seguir con él.