Y dió igual

-¿En la mejilla, en serio?

Y la bese antes de que pudiera decir nada más.
Había miles de motivos por los cuales no debería haberla besado, pero en verdad solo pensaba “y después ¿qué?” 
 
Lo más divertido es que no es una chica que quiera una historia de amor de película, no cree en los para siempre ni en finales felices. No la gusta las rosas rojas por San Valentín, las prefiere negras y en cualquier otro momento. No es de pasar el sábado noche con peli y manta, prefiere cerveza en bares oscuros con música que grita. Tampoco la va el rollo de hacer el amor a la luz de las velas, la va más  el sexo duro contra la pared. Y nada de música pastelosa y romanticona, mejor melodías tristes con voz rota. No te flipes creyendo que te prometerá la luna, y da las gracias al cielo si consigues que te diga te quiero. No perderá el culo por ti, ni pretende que tú lo pierdas por ella. La sinceridad por delante y tus gustos por bandera. No intentes ser quién no eres con ella ni pretendas que ella deje de ser quien es por ti. No, no te tratará de puta madre porque no tiene ni puta idea de cómo tratar, pero te juro que se esfuerza. No es de las que sale corriendo si te pasa algo, pero estará ahí para ti si se lo pides. Incluso a veces si no se lo pides. 
Es de sorpresas sin avisar, tanto buenas como malas. Chica depresiva de llantos nocturnos y sonrisas de día. Que no, que no es lo mejor del mundo, y bueno, yo tampoco soy lo mejor. Pero, ¿sabes qué? Cuando su mano tiró de mi camiseta y sus labios se apretaron con los míos con una sonrisa, todo, absolutamente todo, dio igual.