Si miras
atentamente mis brazos, veras unas líneas blancas que en su momento fueron
heridas abiertas. Cada una representa un pensamiento que no paraba de
atormentarme. Intentaba que el dolor físico callara el dolor de dentro.
Nunca lo
conseguí.
Si miras
a mi pecho, ahí donde la anatomía dice que está el corazón, no verás nada, pero
si te paras a escuchar, no escucharas nada. Y si me partes el pecho en dos para
poder mirar más a dentro, sabrás que en mi interior hay un corazón hecho
pedazos.
¿Qué
latido puede ofrecer algo roto?