Polvo.

Es curioso porque no me duele, es simplemente un zumbido lejano molesto. Y no sé si debería preocuparme. Quizá de tanto apostar y perder en eso del amor, ya no duele cada vez pierdo. 

La costumbre.

No te echo de menos, pero muchas veces me sorprendo pensando en ti, en qué estarás haciendo, en si te irá bien o si estarás bien. Sé que no lo estas, pero deseo qué pronto lo estés, que te perdones, yo ya lo he hecho. 
Pienso en ti como algo lejano, lo cual es estúpido porque tan solo hace una semana que todo termino, al menos para el resto del mundo. Tú y yo sabemos que todo acabo mucho antes de que ninguna dijera nada, sin darnos cuenta. Quizá por eso al pensarte te veo tan lejos, quizá por eso no me dueles tanto como deberías. O quizá soy yo, y el polvo que me queda por corazón, que ya no funcionamos como deberíamos. 
No lo sé, pero a veces imagino que te abrazo y que esa calma única e irrepetible vuelve a mí, aunque sea por un segundo.
¿Sabes? Tu te quiero continua debajo de mi mesa, por algún extraño motivo me reconforta saber que sigue ahí, es la única prueba tangible que tengo de que ese sentimiento existió, y no quiero olvidarlo. Nunca he sentido un amor más puro y sincero que el tuyo, y ojala algún día lo encuentres para ti, lo mereces. Y ojala algún día yo pueda comprarme un corazón, porque el hueco que ha dejado tu ausencia no va a poder llenarse con nadie, porque todos estamos rotos y para llenarme con ruinas ajenas me quedo con mis restos hechos polvo. 

Aun te quiero con cada granito de arena de mi corazón.

No hay comentarios:

Publicar un comentario