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La vida es una mierda y las personas los somos aún más. 
Es difícil encontrar a alguien en este puto mundo que realmente merezca la pena, 
que no tenga una doble cara.

En un mundo donde ser un hujx de putax está a la orden del día ser buena persona es un acto revolucionario, y una putada muy complicada.
  
Que sí, que la vida es una mierda y hay más personas tristes que gente feliz, por eso cuando vas por la calle con una sonrisa desentonas, te miran como si eso fuera lo más raro de este mundo, como si fueras gilipollas.
Y los gilipollas son ellos, que han olvidado lo que es sonreír por cualquier bobada para recordar que conseguir ser feliz no es tan difícil. 

Vivimos amargados dentro de nuestra burbuja de estrés, miedo, de ideas estereotipadas y no nos molestamos en mirar más allá, en cambiar, en mejorar y tomarnos las cosas con un poco más de relax, en tener nuestro momento kit kat, pero muchas veces al día.

No nos damos cuenta de que crecemos demasiado deprisa, que la infancia ya no existe más que en nuestros recuerdos  y que la adolescencia  no está, que ahora nos estamos convirtiendo en esos adultos aburridos que solo se preocupan por su futuro incierto sin vivir el maldito presente.

No quiero eso.

Pienso vivir cada día como si aún me quedará algo por descubrir.


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