Hoy he
vuelto a leer el mensaje que me escribiste en año nuevo, recuerdo perfectamente
ese día, mi sonrisa al mirar el móvil, las ganas de comerte a besos… y lo que
daría ahora por volver a ese momento.
Hoy he
vuelto a perderme en cada palabra, y no sé qué echo más de menos, si lo que
sentía por ti en ese momento, o lo que sentías por mí en ese momento. El tiempo
ha pasado para las dos, pero me hubiera gustado que todo hubiese seguido por
esa línea. En cambio estoy tumbada mirando al techo sin dejar de pensar en ti,
acojonada por no saber cómo reaccionar cuando llegue el momento en el qué mi
móvil vibre con tú decisión. Debería estar pensando en qué quiero yo sea cual
sea lo que quieras tú, pero mis pensamientos se han quedado atascados desde el
aquel fatídico domingo, y no hay nada que los haga reaccionar.
A veces
me sorprendo pensando en ti, en las ganas de besarte, de volver entre mis
sabanas y repetir una y otra vez la suerte de saltar por el precipicio de tus
caderas. También me sorprendo al no echarlo de menos, es más una necesidad que
a veces me invade sin avisar, pero que luego desaparece al recodar que hace
mucho que no estás aquí, mucho antes de que decidieras irte.
No sé,
no tengo claro que pasa contigo, conmigo, pero sé que no estoy preparada para
afrontarlo. Entraste en mí pisando fuerte, creando calma y espantando miedos.
Ahora solo queda un vacío y acompañado por el polvo que queda de las ruinas de
mi corazón. Las pesadillas han vuelto y me dan más miedo que nunca.
Te
quiero, no sé si seré capad de volver a decírtelo, pero no quiero que lo
olvides. A pesar de todo has sido el mejor laberinto en el que me he perdido
nunca, y a pesar de no haber podido descifrarte, me siendo afortunada de haber
podido intentado. Me hubiera gustado haber crecido más contigo, haber podido descubrir más, descubrite más.
Cuidate, cuida de los restos de mí que quiero guardar en ti,
al fin y al cabo, no sé me ocurre un lugar más seguro que un laberinto como tú.
No hay comentarios:
Publicar un comentario