Cuando
te enamoras te conviertes en una persona egoísta, casi sin darte cuenta, a
veces sin querer. Entras dentro de la vida de la otra persona como un huracán,
arrasando todo a tu paso, sin pensar que antes de llegar había una vida sin ti.
Y ahora pretendes cambiar todo, incluso a la persona. Esperas que amolde todo a
ti, que tú seas su prioridad y que le den al resto de mundo. Intentas aislarte
con ella, exprimir vuestro amor entre paredes acorazadas para que no entre
nadie más, enjaulados. Eso no es querer. No puedes pretender que por el simple
hecho de tener su corazón en tus manos debas apuntarle con un puñal para que
baile entorno a ti. No, eso no es amor. Debes de entender que acabas de llegar,
que en tus manos sujetas un corazón demasiado frágil, demasiado roto, que te lo
ha dado a ti, con la esperanza de que no lo rompas más, sino que lo cures. Así
que en vez de querer poseerlo, cuídalo, demuestra que ha elegido bien.
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